LOS PRIMEROS ALUMNOS DEL GRAN MAESTRO
En un instante, son un grupo de pastores comunes y corrientes que cuidan un rebaño de ovejas normal en las afueras de un pueblito. Al instante siguiente, son los destinatarios de una sorprendente aparición de ángeles que traen noticias sorprendentes, maravillosas y estremecedoras.
Motivados por esa aparición, buscan al Niño que los ángeles anunciaron.
Imagina que estás parado junto a los pastores y contemplas el pesebre. ¿Qué verías? Lucas 2:8-20 (CB) .
Debemos admirar a los primeros alumnos del gran Maestro: José, María y los pastores. Las humildes condiciones del nacimiento de Jesús no dan ningún indicio del milagro de la Encarnación: que en la Persona de este Niño, Dios se haya vuelto uno con la humanidad. Sin embargo, con la ayuda de visiones, sueños y ángeles, sus primeros alumnos son capaces de vislumbrar más allá de la apariencia externa del nacimiento de Jesús. Los pastores comparten la identidad de este niño con los demás, que él es “un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Luc. 2:11 (CB) ; comparar con 2:17 (CB) ).
¿Cómo responden los magos a las noticias del nacimiento de Jesús? ¿Cómo responde Herodes? Mateo 2:1–12 (CB) .
Antes de que pronunciara su primera parábola o realizara su primer milagro, el gran Maestro es digno de nuestra adoración por ser quien es. Para apreciar completamente el posterior ministerio de enseñanza de Jesús, debemos unirnos a estos primeros alumnos, los magos, en su adoración al gran Maestro. Aquel cuyas enseñanzas admiramos es más que un educador sabio. Él es Dios, que vino a habitar con la humanidad. La educación cristiana tiene su origen en la adoración a Cristo.
Junto con los reyes magos, los pastores y los ángeles, somos llamados a adorar a Cristo, el Rey recién nacido, y a ver en el niño Jesús la realidad de Dios mismo.
Piensa en lo que significa la encarnación de Jesús con respecto al carácter de Dios. El Creador de todo el Universo, que es tan grande que no podemos comprenderlo, este Dios, “se humilló” al tomar la humanidad, vivir como Jesús vivió y luego morir en la Cruz, cargando sobre sí el castigo por nuestros pecados. ¿Por qué son tan buenas noticias?